Alejandra Ibarra Muñoz

Perder nunca fué tan malo.
Dedicado a mis amigos,
quienes en cada línea de este escrito,
sabrán la razón de lo expresado
Nunca me ha parecido algo malo voltear hacía atrás, para apreciar las huellas de mi caminar, constantemente lo hago, para reflexionar lo que he perdido y lo que he ganado.
Hoy doy un giro a mi vista, centrando mi atención en las luces bailarinas de mí alrededor, no logro apreciar quienes son, tampoco sé cuál es su emoción, tal parece que danzaran al son de la melodía de mis sueños, la que tanto anhelo resonar en mis oídos, es mi canción. Me resulta imposible no quedar enamorada y extasiada con la belleza que se aprecia en su interior.
Doy un suspiro, mientras me percato que no me encuentro en aquel rincón de mi habitación, no estoy situada en el peldaño que ayer me sostenía, me encuentro en un mundo distinto, muy arriba un lugar de excelencia, que ayer yo no veía.
El viento corre a prisa, las nubes son mis aliadas, escucho algunas voces pero centro mi atención en los recuerdos de mi amnesia, y ahí estás tú, te encuentro a ti, en el momento que dijiste adiós, me recuerdo entristecida y melancólica. Recuerdo que siempre me cuestionaba tu partida, platicaba con las estrellas pero en ese momento yo no las entendía, y hoy a tantos años de tu ausencia me alegra estar sin tu presencia, me encanta que ya no estés tú.
Me gusta verte en el pasado, ahí donde no dijiste adiós, donde encontraste un sabor rubio que te enamoró. Los momentos de silencio en los que estuviste ausente, las caricias que negaste y las palabras que ya no pronunciaste me enseñaron que con tu partida he ganado, que no debías continuar a mi lado, la razón aún no la conozco, pero si sé de las distancias que hoy nos separan al uno del otro. Te prefiero así, en ese instante en el que te quedaste, ya no puedes continuar en esta batalla a un lado mío, ya no te quiero, quédate ahí callado, yo me quedo con los recuerdos que me has dado, pero ya te he olvidado.
Llega a mi vida un momento de silencio, y en el centro de mi ser nace la inquietud por conocer a esa persona que estará caminando lado a lado, junto a mí por los senderos de la vida, siempre lo idealizo, aunque no logro construir ni la silueta de su rostro, menos la belleza que contiene en su interior; dejaré que el tiempo pase, daré paso a las futuras vivencias que irán formando poco a poco el rompecabezas de mi vida, en el que la última pieza la colocarás tú, mientras ese instante llega, hoy disfruto de lo bello y lo real de esta noche que me hace compañía.
Mis logros me enseñan que perder no fue tan malo. Volteo de nuevo, y observo aquellas luces, que se mueven y se dispersan, ¿se están riendo o están bailando?, yo no lo sé, sólo admiro que irradian felicidad, algo tratan de externarme, quisiera estar ahí y platicar con ellas, que me cuenten el motivo de su fiesta, sé que cuando encuentre mi lugar cerca de su presencia, desde ahí podre entender lo que he vivido, su amistad me ayudará a comprender por qué he sufrido. No hay lugar para cualquiera, bien lo sé, yo llegaré a donde están, y desde ahí cambiaré mi posición, me sentaré en la silla que me espera, desde mi alcoba observaré a mis descendientes, siempre estará presente la sombra de lo que fui, así sabrán lo caro que me costó llegar ahí. Siempre seré la misma, la mujer que con el tiempo fue tornándose distinta, eso sí, con la diferencia que ese día estaré bajo la bajo la luz de luna, en la obscuridad que adoro, encontrando respuestas a mis preguntas, inmersa en la claridad perfecta que inundará mis pensamientos, será como el destino quiera, pero solo así tendré lo que necesito para entender mi pasado y las huellas que ha dejado; No sé cuánto tiempo pase hasta llegar ahí, sé que mis amigas bailarinas, las que aún no conozco, reinan en un lugar muy alto, pero aún así voy camino a encontrarlas.
Alguien grita mi nombre, despierto del recuerdo y continúo en lo que estaba.
Aim.
Sábado 1 de marzo de 2014
