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Periplo de Alessandri con destino al Distrito Federal.

Es el coloquio entre estudiantes de la Universidad Autónoma de Sinaloa, los sentimientos se encuentran a flor de piel, sin ser pitonisa, puedo interpretar el gesto del aprendiz entusiasmado que viajará a Madrid, a Brasil, a Rusia, entre otros destinos; percibo sus emociones con regocijo, no obstante aunque me encuentro presente, un siseo tenaz invade mi mente e impide que preste total atención a el alumno parlante; mar adentro de mi cuerpo se desata una tormenta de preguntas ¿soy yo la que está aquí?, ¿cómo le hice?, ¿cómo lo logré?. En un santiamén me remonto a aquel  instante cuando jugaba entre la lozanía del portal aceitunado de mis abuelos, voy recordando poco a poco mientras la clarividencia ilumina mi lóbulo temporal, tengo 8 años, la lluvia humedece mis hombros, mi alma cándida me inspira a crear casas con retazos de hule, papalotes de rabo largo, me veo disfrutando mi vida, haciendo colosal lo diminuto, me detengo un poco y una sonrisa adorna mi rostro cetrino, me alegro con las remembranzas de mi infancia, las imágenes rondan por mi mente y galopan con celeridad como si fueran unicornios levantando el testuz para encontrar a su hijo perdido, ahí está la respuesta, lo apasionante de mi niñez. Estoy situada aquí, en el verano del año 2000, sacudo mi cabeza con delicadeza, escucho como el rio de cascanueces se desliza por mis pies, el orvallo ha cesado y ha creado un arroyo aledaño a la casa de mi abuela, como de costumbre salgo a la batalla bien armada, lápiz y papel me acompañan, es hora de crear a “Alessandri”, mis manos moldearán su silueta, le brindaré fortaleza e inteligencia para que pueda navegar con seguridad durante la odisea que le espera, puesto en marcha, navega al son del torrente bailador, empiezo a despedirme de “Alessandri”, no logró saber a ciencia cierta su destino, aún soy muy pequeña para percatarme de su dirección ulterior; sin pretenderlo, me percato de que olvidé instalarle una pieza fundamental al velero, ¿cómo quiero  volver a verlo si no le coloqué el ancla? este quedó aquella tarde por los caminos enlodados que me vieron crecer, lo perdí, o más bien no quise dar pie a que “Alessandri” detuviera algún día su proceder, lo vi tan entusiasmado, con tanta fuerza para seguir adelante que no creo que ponga fin a su camino y aunque algún día sus hélices se cansen y quiera dar por terminada su excursión yo animaré a su timón para guiar su periplo alrededor del mundo, donde pueda sumergir sus días en aventuras pasajeras que lo reanimen y lo motiven a continuar con su camino.

 

Una voz se acerca, chilla y suena como un claxon descompuesto, espabilo mi cuerpo y me sitúo en el presente, mis ojos toman vida, mis pupilas se dilatan, era ella, lo sabía, mi querida compañera de secundaria, la Srita. Toñita, quien pintaba de colores mis días grises con su compañía, ahí estaba Kolontay ¡amiga! replicó una voz desde mis entrañas, ese día, en esa reunión de estudiantes me di cuenta de que no sólo era yo quien emprendería una nueva aventura y una nueva historia lejos de su nido; después de una charla amena, de compartirle mi sentir a aquella fiel escucha, mi mente se llenó de voces atemorizantes que anteriormente inculcaron mis familiares:

 

“No, el D.F. no gorda, mejor elige en otro lugar, prefiero que te vayas a estados unidos, el D.F. es muy inseguro”. “La UNAM no, elige otra universidad en la que tengas más posibilidades de que te acepten”, “¿Qué vas a hacer sola? allá no voy a estar yo para levantarte en las mañanas”, “¿Dónde vas a vivir?”, “¡A ti no te ha caído el veinte Ale, allá es otra cultura, tú no tienes malicia pero la otra gente sí, los chilangos son cabrones Ale, si te dan una bebida tu cámbiala, si te hablan bonito algo quieren, te van a chingar, mejor diles si, si y vete”.

 

El coloquio continúa y justo en este momento me encuentro en una montaña en los Alpes a punto de decidir si me tiro al vacío o no; después de unos minutos me aferro a mi sentimiento de esperanza y repito en voz baja ¡si no es el D.F., si no es la UNAM, no es nada!.

 

El día que estuve a punto de perder la esperanza sentí la necesidad de refugiarme  en las palabras de alguien más. Bajo la luz de luna de una noche estrellada, me encontraba sobre el pasto en compañía de Edith, quien con sus palabras de aliento reavivó mis ganas de seguir a delante en espera de una respuesta favorable.

 

Imágenes oníricas e estimulantes me despiertan la mañana del 25 de noviembre de 2014, recuerdo con ternura su voz norteña y provinciana, nada más entusiasta que escuchar cantar a un gallo dorado quien me motiva a que como de costumbre revise mi e-mail; y afectivamente algo nuevo se encontraba en mi bandeja de entrada, en ese instante mi corazón aunque muy agitado pudo resistir la noticia, mis manos sudan sin cesar mientras mis ojos se percatan de la buena nueva, apenas y puedo leer lo que dicta la carta, si yo pudiera expresar la felicidad que en mi tristeza rondaba ese día, las letras que leí esa mañana fueron las siguientes:

 

“Tengo el gusto de informarle que la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, aceptó la solicitud de las estudiantes IBARRA MUÑOZ ALEJANDRA Y SIU ACEDO KEYTI ALEJANDRA alumnas de la Universidad Autónoma de Sinaloa, para que realicen una estancia de movilidad académica en la Licenciatura en Psicología, dentro del Programa Nacional de Movilidad Estudiantil del Espacio Común de Educación Superior (ECOES), durante el período 2014-2 (Enero-Junio 2014) cuyo inicio es el próximo 27 de enero de 2014. Les recomendamos que dichas estudiantes se presenten con una semana de anticipación.

 

Seguiremos en comunicación para notificarles sobre el proceso de inscripción y demás trámites que deban hacer las alumnas postuladas.

 

Sin otro particular por el momento, reciba un cordial saludo

 

A t e n t a m e n t e

 

POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU

 Ciudad Universitaria, D. F. 22 de noviembre de 2013

 

MTRO. ANTONIO VELÁZQUEZ MORENO

 Jefe del Departamento”

Sin duda, a partir de ese momento mi vida cambio, mi postura un poco erguida se tornó distinta, mis hombros subieron, ya eran más altivos, no existía conversación en la que no dijera “fui aceptada en la UNAM”, “ya me voy en un mes”, “¿Qué no me aceptarían, quien lo dijo? ¿Qué no se podía?, ese día mi destino cambió, subí un peldaño más y dejé el anterior.

 

 ¿Cómo me trató el Distrito Federal?, se los explico a grosso modo, no sin antes comentarles la noticia completa, no bastó con que me aceptaran en la UNAM, desde ese día mis ojos no dejaron de leer buenas letras como las siguientes:

 “Karla Guerrero

 6 de enero · Editado

 

¡Al fin recibí los resultado de la beca Santander ECOES y Santander Iberoamerica!, Muchas felicidades a los afortunados.Santander otorga 100 becas a nivel nacional por convocatoria. Es un orgullo saber que 8 estudiantes de la UAS fueron elegidos, entre ellos 1 alumna de la Facultad de Psicología. Muchas felicidades Alejandra Ibarra Muñoz — con Alejandra Ibarra Muñoz.” 

¿Cómo externar lo que sentí cuando mis ojos vieron esas letras?, ¿Qué sintieron mis papás cuando les comenté mi triunfo?; para no hacerles más largo el cuento, los adentraré a mi experiencia en la Universidad Nacional Autónoma de México y por supuesto en el Distrito Federal.

Llegué al D.F. el día viernes 17 de enero de 2014, el primer lugar que visité después de ver el que sería mi “hogar”, fue por supuesto la UNAM, al llegar a la universidad cometí el error de preguntar ¿qué tan cerca quedaba la facultad de Psicología del metro universidad?, cuando me dijeron “cerquita”, confié y emprendí mi caminar hacia la que sería mi querida facultad por unos meses, después de unos minutos y de ver que no llegaba a Psicología,  empecé a odiar con todas mis fuerzas las botas que traía puestas, la chamarra de 5 kg, no haber traído una sombrilla, mi mala condición física, ya que me agitaba sin saber que la altura del D.F. hacía que me sintiera así, el haber desconocido que un taxi de banderita amarilla podía haberme llevado por sólo 6 pesos en 10 minutos en vez de haber hecho media hora en cruzar toda la UNAM, fue entonces cuando entendí que los pretextos se inventan cuando no existe motivación por acudir a algún lugar, yo me creía Ana Gabriela Guevara con tan solo recorrer cuatro veces “el Botánico” en Culiacán Sinaloa, también me conformaba cuando me dejaban plantada y me regalaban la excusa siguiente “es que tu casa está muy lejos”, “hoy no tengo carro”, etc., fue aquí cuando me di cuenta que mi vida empezó a cambiar desde el momento en que mi vuelo aterrizó en la capital.

Bien pudiera llenarlos de las vivencias que cambiaron el rumbo de mi vida al estar algunos meses en el D.F.,  pudiera contarles cómo me sentí al compartir mi tiempo y mis días con Keyti Siu, con Esmeralda, con mis amigos de Culiacán, quienes también hicieron movilidad y ni siquiera los llegué a ver antes algún día en mi “ranchito querido”, aún con lo pequeño que es, de los acentos que escuche como por ejemplo el argentino, panameño, colombiano, peruano, etc., los escritos que realicé, las prácticas en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velazco Suárez, los cursos académicos a los que asistí, que grabé el programa de T.V. ECOES en el cual compartí mi experiencia de movilidad y representé a los alumnos que realizaron estancia en el semestre 2014-2, en fin.

 

Prefiero que sepan que hoy más que nunca le doy gracias a la vida, a mis padres, a mis hermanos, a mi familia, a mis amigos, a mis profesores, a cada una de las personas que hicieron posible mi gran sueño, ser estudiante de la UNAM, pero sobre todo a mi esfuerzo y dedicación, ya que durante mi estancia en el Distrito Federal decidí cambiar fiestas y diversiones por un libro, una taza de café y unas cuantas marcas debajo de mis lindos ojos, las cuales presumo con esmero ya que son fruto de un gran trabajo, cabe mencionar que hasta las ojeras me han costado muy caro.

 

Durante esta movilidad estudiantil crecí como persona y como profesionista, conocí personas que marcaron mi vida, todos los obstáculos que obstruyeron mi camino me enseñaron que la vida está llena de acertijos, que unas veces te va bien y otras no tanto, pero sobre todo que no cambio por nada la vida que hoy en día tengo, que cada error, cada tropiezo me ha llevado a estar hoy viernes 13 de junio de 2014 en una habitación en Tlalpan, lejos de mi ciudad natal, mi querido Culiacán, Sinaloa, pero al mismo tiempo también, cada vez más cerca de Argentina, de Chile, de Chicago, aún no sé a dónde se dirija el periplo “Alessandri” en el que viajo, lo que sí sé y reconozco con certeza es que esto no termina aquí, mi navegación llegará hasta donde dios y la vida me lo permita, no obstante aún cuando el día que no me encuentre presente en este mundo, sé que mi nombre seguirá sonando en cada uno de los lugares en los que mis pies y mis escritos llegaron.

 

No me despido sin antes invitarlos a que embarquen un periplo con el destino que deseen, ustedes son los capitanes de su destino, no se limiten, no descansen hasta que cumplan sus metas, no se detengan por nadie, a este mundo llegamos solos y solos tenemos que luchar en la batalla, unas personas se van y otras llegan, serás tú quien jamás te dejes sólo.

 Con Amor.  

Alejandra Ibarra Muñoz 

México, D.F. a viernes 13 de Junio de 2014

 

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