Alejandra Ibarra Muñoz
Ya escribieron mis manos lo que mi alma confesó.
Las vías del universo están formadas de cedro, por ilusiones de grandeza escudriñe sin cesar en senderos de tristeza, buscaba oro para adornar las rayas de la ausencia, yo no entendía, yo no sabía, tan ilusa, tan torpe, si la cebra es pinta, jamás terminaría, andaba errada, pero por fin entendí que la verdad no florece en los pantanos de la belleza artificial.
Detente un poco, no me compran tus vanidades; no portaré por ti un sombrero charro, mi esencia es frágil y la maquillo de fortaleza; yo no buscaré esos ojos ni esa voz, no pronunciaré tu nombre, tu eres un secreto que provoca mi alegría. Quizá eres nube viajera que voló por el cielo tricolor de mes de mayo o tal vez seas en mi vida una perenne leal compañía.
Tanto postulaba tu llegada, hoy que te tengo no sé qué hacer con compañía, tú no tienes la culpa de que mis palabras estén silenciadas, ya mucho han hablado y sólo han conseguido la derrota, pero lee linda risa, que el destello de tus verdes ojos se ilumine con mis letras y mi poesía.
Hoy mis pulmones respiran tu recuerdo, no sé cuanto dure el sentimiento, yo voy de paso así es mi vida, no vine para quedarme aún me esperan las estrellas bailarinas; te llevo si me sigues, no pretendas que te llame no lo haré; detesto la vida patriarcal, pero cariño no hay opción así les gusta a Diego Rivera y a Pancho Villa.
De pronto arribas en mí, encontraste el hilo de la arteria que conduce al alma, iluminaste mis rizos dorados mientras evacuábamos de norte a sur, las puertas del cielo estaban abiertas, tu fuego de infierno guió mis instintos enamorados. Sentí tu interior elevado, poco a poco enraizaba el fulgor de tus verdes ojos, tu risa y picardía, aún recuerdo, te disfruté a mi manera, camine lento tu vida con vista altiva.
Dimos inicio y abrimos paso a la guerra apasionada mientras la ciudad dormía. Quiero volverte a ver, ese día tus verdes ojos lanzaron conversaciones en distintos idiomas, yo como buen políglota entendí tu sentimiento. Mi maestro mexicano, diste tu cátedra de amor, soñé despierta.
Busco en la vidriera tu silueta, ojala recuerdes lo exprés de lo vivido, ya formas parte de mi biografía.
Como sucedió, aún lo recuerdo, baje la guardia, rendí mis puños, cerré las luces de mis ojos, mis oídos se hicieron sordos, negué la existencia de mi pasado, llego el olvido, bese tus labios, goce tus ojos, toqué tus manos, mordí tu alma, bebí tu aliento, hice crecer en ti un ser humano, éramos tres y uno a la vez, deje un lado las apatías de la psicología, me dedique a disfrutar de la felicidad contenida en tus caricias.
Se esfumarán las distancias que nos separan, tenemos un secreto joven bajo de manos largas, prenderé fuego cuando te vea, la leña que dejé arderá con mi presencia, lo leerás y sonreirás por la avería.
Llego la noche, acabo el día, mi almohada espera, cantaré a la primavera por tu presencia, mientras duerma y viva.
Te envío besos y mordidas sin remitente, tú sabrás cuando te lleguen a quien pertenecían.
Aim
Domingo 11 de mayo de 2014
